El modelo de enseñanza actual, con sus planes generales y leyes orgánicas educactivas, encuentra dificultad en la inclusión de la neurodiversidad. Trastornos como el déficit de atención, del espectro autista o un cajón de sastre de retrasos madurativos, dispraxias, trastornos del lenguaje o trastornos del desarrollo; requieren una aproximación personal.

Conforme veo pacientes con fracaso escolar por neurodiversidad, siento que el esfuerzo de los profesores de educación especial (grandes profesionales con gran vocación y dedicación) se topan con muros insalvables.

Cuando hablamos de personalizar la educación pienso en fomentar las fortalezas de cada individuo y evitar la vulnerabilidad. La teoría de las múltiples inteligencias de Gardner no contempla una concepción unitaria de la inteligencia sino diferentes capacidades independientes.

Si la educación se basa en la fortaleza, podemos centrarnos en enseñanzas más visuales, más interactivas, más musicales, más creativas, más cercanas a la naturaleza y con un aprendizaje invertido en la que el niño marca el ritmo.

En la naturaleza interior de cada niño existe un instinto por aprender superior a cualquier plan artificioso de educación. Entender este hecho permitiría que la red de personas alrededor del niño neurodiverso siga un modelo común, enfocando sus aspiraciones hacia habilidades realistas que desarrollen plenamente su fortaleza.

Recomiendo el libro del Dr Thomas Armstrong El poder de la neurodiversidad.