Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades advierten que si huele o ve moho, debe eliminarlo lo antes posible, ya que puede representar un riesgo para la salud. El olor a humedad suele ser la primera pista de que tiene un problema de moho.

La cuestión es que la mayoría de la gente ni siquiera se da cuenta de que hay un problema.

Las personas expuestas a edificios llenos de moho son más propensas padecer síntomas respiratorios leves (como estornudos, secreción nasal y picazón en los ojos), asma, neumonitis por hipersensibilidad (una enfermedad pulmonar inflamatoria), infecciones respiratorias, fiebre del heno, bronquitis y eccema.

Recientemente se han asociado problemas neurológicos incluso empeoramiento de demencias como el Alzheimer. Un estudio de 2003 encontró que 70 de 100 pacientes expuestos al moho en sus hogares presentaban síntomas neurológicos que incluían ataxia, mareos y quejas neurocognitivas. Otro estudio de 2003, que examinó a 182 pacientes expuestos al moho, encontró hipoactivación de la corteza frontal, como se demostró en el electroencefalograma cuantitativo.

En primer lugar, el cerebro está compuesto principalmente de tejido graso y muchas micotoxinas son pequeñas y lipofílicas por naturaleza, por lo que pueden atravesar membranas celulares ricas en lípidos con facilidad. Se han encontrado muchas micotoxinas lipofílicas, como enniatina B, beauvercina y aflatoxina, en altas concentraciones en tejidos y órganos con alto contenido de grasa, como el hígado y el tejido adiposo.

La ocratoxina A dañan el citoesqueleto de los astrocitos, junto con una regulación positiva de los genes responsables de una respuesta neuroinflamatoria. Mientras tanto, se ha demostrado que la toxina T-2, un  tricoteceno generado por Fusarium, es citotóxica para los astrocitos, lo que resulta en anomalías de la permeabilidad y el transporte de la barrera hematoencefálica.

El moho se encuentra con mayor frecuencia en los sótanos y los espacios bajos, donde  la humedad son más altas.

Para combatir el moho, los expertos recomiendan mantener la humedad en su hogar a niveles por debajo del 60 por ciento usando deshumidificadores y haciendo funcionar su aire acondicionado. (El CDC recomienda niveles entre 30% y 50%).

Es mejor usar unidades de aire acondicionado con accesorios de filtro de partículas de aire de alta eficiencia (HEPA), ya que atraparán las esporas de moho y evitarán la acumulación de moho; asegúrese de reemplazar los filtros dos veces al año

Se recomienda limpiar superficies expuestas con una solución de lejía, agua y jabón o un producto comercial. Debe limpiarlos de inmediato si ve moho, pero estas superficies (con mayor frecuencia en baños y cocinas) deben limpiarse semanalmente para evitar el crecimiento de moho. Repare rápidamente los techos, ventanas y tuberías con goteras.

Si descubre moho en su hogar, tenga en cuenta que, a menos que aborde el problema subyacente, es probable que el moho regrese.