
El antes llamado trastorno específico del lenguaje (TEL), está paulatinamente siendo sustituído por el término trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL).
Esta condición que afecta la capacidad de un niño para adquirir, comprender y utilizar el lenguaje tiene una incidencia del 7%. Y no debe confundirse con otros problemas como déficits auditivos, neurológicos, cognitivos, emocionales o sociales.
Podremos encontrar:
- dificultades en la expresión y comprensión del lenguaje
- desarrollo del lenguaje retrasado
- dificultades con la gramática y la sintaxis
- problemas con la fonología
No tiene una causa claramente identificada, pero la teoría más plausible es una combinación de factores genéticos, neurológicos y ambientales que podrían alterar el neurodesarrollo de ciertas áreas del cerebro relacionadas con el procesamiento del lenguaje. Involucrados son el fascículo arcuato según estudios de difusión de tensor de imágenes “Longitudinal Changes in White Matter Connectivity in Children with Language Impairment: A Diffusion Tensor Imaging Study” NeuroImage: Clinical 2022.
Otro hallazgo repetido en la literatura es el de patrones alterados de la conectividad cerebral en las áreas del lenguaje. “Altered Functional Connectivity in Language Networks in Children with Developmental Language Disorder” Human Brain Mapping 2023.
Durante la primera infancia, hasta los 3 años, la sintomatología es fácilmente confundida con el autismo. Donde encontraremos ecolalias, dificultad para fijar la mirada, pero una fonología, sintaxis y vocabulario mejor que en el trastorno del desarrollo del lenguaje. En el autismo no encontraremos el juego simbólico, no habrá peticiones y habrá mucha dificultad en el pragmatismo.
Otros cuadros que pueden asemejar el TEL son la discapacidad intelectual y el TDA. Estos cuadros cursarán con una variedad de síntomas añadidos.
En el trastorno motor del habla o apraxia infantil, la dificultad radica en la coordinación de los movimientos necesarios para hablar. En el trastorno de aprendizaje específico como la dislexia pueden afectar la lectura, la escritura y otras habilidades académicas relacionadas con el lenguaje.
Cuando hablamos de un trastorno de comunicación social, la dificultad radicará en mantener una conversación entendiendo el lenguaje no literal y atribuyendo contextos a la conversación.