Los niveles subóptimos de antioxidantes están relacionados con una respuesta inmune deteriorada y una mayor susceptibilidad a las infecciones.

La evidencia sugiere que la suplementación con antioxidantes (incluyendo vitamina C, vitamina E, betacaroteno, selenio, zinc, coenzima Q10 y N-acetil-cisteína) puede mejorar un rango de respuestas inmunes, apoyando tanto innatas (no específicas) como adquiridas (adaptativas) inmunidad, a la vez que se protegen las respuestas inmunitarias en individuos expuestos a altos niveles de radicales libres ambientales o aquellos con un mayor estrés oxidativo.

Durante la fagocitosis, ocurre un fenómeno conocido como estallido oxidativo o respiratorio por el cual el aumento en la absorción de oxígeno celular produce radicales libres que contribuyen a la eliminación de ciertos microorganismos patógenos.

VITAMINA C

Es uno de los antioxidantes solubles en agua clave en el cuerpo, donde elimina especies de oxígeno y nitrógeno de radicales libres, incluyendo radicales superóxido, hidroxilo, peroxilo y nitróxido, así como especies reactivas no radicales como oxígeno singlete, peroxinitrito e hipoclorito.

La acumulación de altas concentraciones de vitamina C puede proteger las células inmunes, incluidos los neutrófilos, los fagocitos mononucleares y los linfocitos del daño oxidativo causado por los radicales libres liberados durante el estallido oxidativo.

VITAMINA E

Como un antioxidante soluble en lípidos, protege las células, incluidas las del sistema inmune de la peroxidación lipídica. Las células inmunes son ricas en ácidos grasos poliinsaturados, lo que los pone en un mayor riesgo de daño oxidativo.

Además de sus beneficios antioxidantes, la vitamina E puede aumentar la resistencia a las infecciones virales y bacterianas, aumentar la producción de anticuerpos humorales, mejorar la inmunidad mediada por células, y mejorar de linfocitos, neutrófilos y actividad de las células asesinas naturales.

BETACAROTENO

El betacaroteno es esencial para la función inmune, ya que proporciona actividad antioxidante además de ser el precursor del importante inmunomodulador vitamina A. La acción antioxidante del betacaroteno ha demostrado proteger a los linfocitos tras la exposición a los radicales libres liberados durante el estallido oxidativo.

Los estudios en humanos indican que la suplementación de betacaroteno puede aumentar las respuestas inmunes mediadas por células, proteger contra fotosupresión inducida por UV de la función inmune, aumentar el recuento de linfocitos, mejorar la actividad de las células asesinas naturales y mejorar CD4/CD8, un marcador de la competencia inmune.

SELENIO

Se encuentra en altas concentraciones en los tejidos inmunes, incluidos el hígado, el bazo y los ganglios linfáticos. Es necesario para la incorporación a las selenoproteínas, que son enzimas dependientes del selenio que actúan como reguladores redox, antioxidantes y reguladores de la inmunidad innata y adquirida.

También han surgido investigaciones que sugieren que los suplementos de selenio pueden desviar las respuestas inmunes del tipo Th2 que conduce el asma alérgico, promoviendo el tipo Th1 que puede ofrecer protección contra infecciones virales y cáncer.

ZINC

Es crítico para mantener tanto la inmunidad innata como la adquirida.

Se ha demostrado que la deficiencia de zinc altera la función de barrera epitelial, reduce la respuesta inmune mediada por células, disminuye las células T, deteriora la función de los macrófagos (incluida la fagocitosis), reduce la actividad de las células asesinas y disminuye la citotoxicidad dependiente de anticuerpos.

COENZIMA Q10

Ubiquinol, la forma reducida de la coenzima Q10, es un potente antioxidante soluble en lípidos, siendo el único antioxidante lipófilo sintetizado endógenamente.

La coenzima Q10 ha sido descrita como el antioxidante clave soluble en lípidos, con la capacidad de regenerar otros antioxidantes, incluidas las vitaminas C y E.

N-ACETIL-CISTEÍNA (NAC) Y GLUTATIÓN

Precursor del glutatión, un importante antioxidante sintetizado endógena fundamental para mantener el estado redox celular. Los cambios en los niveles de glutatión intracelular pueden tener profundos efectos sobre la función inmune, con deficiencias de cisteína y glutatión que se encuentran en condiciones de función inmunitaria comprometida, incluido el VIH.

La suplementación con NAC aumentaba el número de células T CD4 + en individuos con niveles subóptimos de glutatión.