Las experiencias adversas en la niñez, según un estudio clásico de los dres. Vince Felitti en Kaiser y el Dr. Bob Anda en el CDC, asociaron a un gran número de enfermedades en la edad adulta. El estudio contempló el pasado emocional de 17.500 adultos.

Entre ellos se incluyeron traumas físicos, emocionales, abuso sexual; negligencia física o emocional; enfermedad mental de los padres, dependencia de sustancias, encarcelamiento; separación o divorcio de los padres; violencia doméstica.

Dos anotaciones importantes:

  1. El 67% de la población tenía al menos un episodio adverso emocional. El 12,6% una de cada ocho, tenía cuatro o más.
  2. Encontraron que había una relación dosis-respuesta entre los episodios y los resultados de salud.

Para una persona con una puntuación de episodios adversos de cuatro o más, el riesgo relativo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica era dos veces y media más. Para la hepatitis, también fue dos veces y media. Para la depresión era cuatro veces y media. Para las tendencias suicidas, era 12 veces. Una persona con una puntuación de siete o más tenían el triple de riesgo de de cáncer de pulmón y tres veces y media el riesgo de enfermedad isquémica del corazón.

¿Cuál es la hipótesis científica?

La exposición temprana a la adversidad afecta el cerebro y los órganos de los niños en desarrollo. Afecta a zonas como el núcleo accumbens, el centro de placer y recompensa del cerebro que está implicado en la dependencia de sustancias. Inhibe la corteza prefrontal, que es necesaria para el control de impulsos y la función ejecutiva, un área crítica para el aprendizaje.

En imágenes de resonancia magnética, vemos diferencias mensurables en la amígdala, el centro de respuesta al miedo. Todo esto hace que sean personas más propensas a involucrarse en comportamientos de alto riesgo.

Por otra parte tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades del corazón o cáncer. La razón de esto tiene que ver con el eje hipotálamo-pituitario-adrenal, el sistema de respuesta al estrés.

Los niños son especialmente sensibles a esta activación de estrés repetido. Las dosis altas de adversidad no sólo afectan a la estructura y función del cerebro, sino que afectan al sistema inmunológico en desarrollo, el desarrollo de los sistemas hormonales, e incluso la forma en que nuestro ADN lee y transcribe.

El trauma emocional provoca 3 cambios fisiológicos:

  • Amígdala sobreestimulada: La amígdala es responsable de la identificación de amenazas relacionadas con la supervivencia, además de los recuerdos con emoción. Tras el trauma, la amígdala puede quedar atrapada en un bucle de activación y alerta percibiendo amenazas en todas partes.
  • Hipocampo hipoactivo: Un aumento en la hormona del estrés de glucocorticoides mata las células en el hipocampo, lo que hace que sea menos eficaz en la toma de conexiones sinápticas necesarias para la consolidación de la memoria.
  • Variabilidad ineficaz: La elevación constante de hormonas de estrés interfieren con la capacidad del cuerpo para regularse a sí misma. El sistema nervioso simpático sigue estando muy activo lo que conduce a la fatiga del cuerpo, sobre todo el sistema suprarrenal.