La ketamina fue identificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un medicamento esencial en 1985 y lo sigue siendo. La sustancia es especialmente útil como agente anestésico y analgésico de acción rápida, que no deprime la respiración ni baja la presión arterial.

Desde 1999 se conoce que puede conducir a una dependencia física moderada o una dependencia psicológica alta. Se abusa mucho de la ketamina debido a su capacidad para producir sensaciones disociativas (una sensación de desapego) y alucinaciones.

La ketamina fue sintetizada en 1964 como CI 591 y utilizada por primera vez en voluntarios humanos de una población carcelaria. Se utilizó ampliamente como anestésico en el campo de batalla en Vietnam, y se la conoció como el “compañero del campo de batalla”.

Más recientemente, la ketamina se ha convertido en un fármaco de interés en el tratamiento de la depresión, con una mejora en la gravedad de la depresión. Su isómero S (esketamina) ha sido aprobado como tratamiento para la depresión resistente al tratamiento.

La ketamina tiene poca biodisponibilidad oral (alrededor del 17 %) debido al metabolismo de primer paso y, por lo tanto, está sujeta a una variabilidad sustancial entre individuos. Sin embargo, la biodisponibilidad intramuscular es alta (93%), por lo que se usa más comúnmente por vía parenteral. La elevación del umbral del dolor se produce a concentraciones plasmáticas superiores a 160 ng/mL. Se requieren niveles plasmáticos máximos de 1200 ng/mL para lograr la anestesia. La vida media de eliminación en adultos es de alrededor de 2,5 horas.

Se ha atribuido principalmente su actividad como antagonista no competitivo en el receptor ionotrópico de glutamato NMDA.

La ketamina también tiene actividad en varios otros receptores/enzimas, incluidos la óxido nítrico sintetasa. La capacidad de la ketamina para inhibir la óxido nítrico sintetasa puede otorgar propiedades antiinflamatorias, y las teorías actuales sobre la patogenia de la depresión proponen un papel para la inflamación.

Además, se ha demostrado que la ketamina aumenta los niveles de dopamina en la corteza, el núcleo accumbens y el cuerpo estriado. También se ha demostrado que inhibe la captación de serotonina.