En España, al igual que en muchos países, tenemos concentraciones bajas de vitamina D. El 80% de las personas mayores de 65 años tienen cifras menores a las recomendadas. Y hasta un 40% del resto de la población, tampoco alcanza lo requerido. Niveles bajos serían menores a 30 nmol/L (12 ng/mL).

Un adulto necesita obtener entre 800-1.000 unidades (UI) de vitamina D al día. Los niños entre 400-800 UI según la edad y el metabolismo. Los pescados grasos, como el salmón, el atún y la caballa se encuentran entre las mejores fuentes de vitamina D. Para hacernos una idea, el salmón tiene 360 UI/100mg, la caballa 345 UI/100mg, la sardina en lata 245 UI y el atún 145 UI.

También sirve el hígado vacuno, el queso, determinados hongos y la yema de huevo pero con cantidades menores. Muchos alimentos ahora son fortificados con D2 (ergocalciferol) y D3 (colecalciferol).

Pero sobre todo no hay que olvidar que la piel produce vitamina D al exponerse al sol. Recordar que a través de una ventana, no sirve. La vitamina D está hecha de colesterol LDL cuando se activa con luz UVB de 312 nm.

Y por qué de mi insistencia. Vean los datos adjuntos de infectados por COVID y sus niveles de vitamina D en esta revisión. Esto ayudaría a explicar la incógnita de por qué la gripe es estacional en invierno.

La vitamina D activa más de 1000 genes en su cuerpo para llenar su plasma sanguíneo con más de 1000 químicos inmunes que forman una respuesta inmunitaria innata adecuada. La vitamina D es un antiviral / antibiótico natural que ayuda a los glóbulos blancos a eliminar las infecciones. Lo hace estimulando las células inmunes produciendo una proteína llamada catelicidina. La mayoría de las células T en humanos se encuentran en nuestra piel esperando ser activadas por la luz solar.