La etiqueta “Tdah” (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) es la dificultad para prestar atención, impulsividad, inquietud, planificación, asociación de ideas— pero no nos dice nada sobre la causa subyacente. Toca saber algo más, ahí va mi granito de arena.

Para ir más allá de los síntomas, combinamos dos potentes herramientas neurofisiológicas: los potenciales de eventos relacionados (ERP), que son como “fotografías de alta velocidad” de la respuesta del cerebro a un estímulo, y el EEG cuantificado (QEEG), que es como un “mapa topográfico” de la actividad cerebral en reposo.

Procesamiento sensorial deficiente

En este escenario, el problema no reside en la atención, sino en la percepción. El cerebro no está recibiendo una señal clara del mundo exterior.

Patrón ERP característico: la primera onda eléctrica que indica la llegada de la información visual (p100) es débil o se retrasa.

Hallazgos del QEEG: el mapa cerebral a menudo muestra un exceso de actividad de ondas lentas (theta o alfa lento) en las regiones posteriores del cerebro (lóbulos occipitales y parietales). Estas ondas lentas actúan como “ruido de fondo” que interfiere con la transmisión de la información sensorial. Es como tratar de escuchar una conversación en una habitación muy ruidosa. Podemos ver inestabilidad alfa, donde la onda alfa (el ritmo de reposo visual) no se mantiene estable, lo que dificulta el procesamiento visual continuo.

En estos casos, darle un estimulante no solucionará el “ruido de fondo”. El tratamiento debe enfocarse en “limpiar la señal“, por ejemplo, mediante neurofeedback para inhibir las ondas lentas posteriores y estabilizar el ritmo alfa.

Disfunción ejecutiva

En este caso, la información llega bien pero los lóbulos frontales no la gestionan adecuadamente. El patrón ERP característico es la onda de toma de decisiones (p300) retrasada y la señal de “freno” (n200) débil.

Los hallazgos del QEEG son un exceso de actividad de ondas lentas (theta) en las regiones frontales del cerebro. El lóbulo frontal, responsable de la planificación, la concentración y el control de impulsos, está en un estado de “baja activación” o “somnolencia”. Esto se conoce como el fenotipo de “hipoactivación frontal”. La famosa ratio theta/beta (una proporción elevada entre las ondas lentas theta y las rápidas beta) es un marcador cuantitativo de este estado.

Este es el perfil que mejor responde a los estimulantes, ya que estos “despiertan” los lóbulos frontales. El neurofeedback que entrena la reducción de theta y el aumento de beta o SMR en las áreas frontales (“despertar el cerebro”) también es altamente eficaz.

El perfil de ansiedad/obsesión compulsión

Aquí, el rendimiento puede ser perfecto, pero el cerebro está atrapado en un bucle de autocrítica y ansiedad. Nos encontraremos un patrón ERP característico.

Aparece una negatividad relacionada con el error (ERN) exagerada, incluso cuando la respuesta es correcta. El cerebro detecta errores donde no los hay. La señal proviene principalmente de la corteza cingulada anterior (CCA), una región profunda en la parte frontal del cerebro que actúa como un sistema de monitoreo del desempeño y detección de conflictos. Ocurre extremadamente rápido, apenas unos 50-100 milisegundos. Es tan rápida que sucede incluso antes de que la persona sea consciente de que se ha equivocado. El cerebro con ERN exagerada, suena constantemente, generando una actitud hipervigilante, cautelosa y aparentemente despistada.

En cambio en el QEEG el mapa cerebral no muestra un exceso de ondas lentas frontales, sino todo lo contrario: un exceso de actividad de ondas rápidas (beta o hi-beta) en las regiones frontales y centrales, especialmente sobre el cíngulo anterior. El cerebro está en un estado de “hiperactivación” o “aceleración”. También es común encontrar una coherencia elevada en estas áreas, lo que indica que diferentes partes del cerebro están “atascadas” comunicándose en un bucle cerrado, la base neurofisiológica de los pensamientos rumiantes y obsesivos.

Por lo tanto, darle un estimulante a un cerebro ya “acelerado” es desastroso. El tratamiento debe enfocarse en “calmar” esta hiperactividad, mediante antidepresivos, terapia conductiva conductual o protocolos de neurofeedback inhibitorio para reducir la actividad beta excesiva y la coherencia en el cíngulo anterior.

Redes neuronales

El cerebro no funciona como una colección de áreas aisladas, sino como un conjunto de redes neuronales que se comunican constantemente. Los problemas de aprendizaje y atención a menudo no son un fallo en una sola “pieza”, sino un problema de conectividad y comunicación entre redes clave.

  1. Red de control ejecutivo: esta es la red de la concentración, la planificación y la toma de decisiones. Es nuestra “luz de enfoque”. En el Tdah clásico (perfil de disfunción ejecutiva), esta red está hipoactiva (exceso de theta frontal en el qeeg). No logra activarse y mantenerse lo suficiente para completar una tarea.
  2. Red neuronal por defecto: esta es la red del “soñar despierto“, la introspección y el pensamiento autorreferencial. Se activa cuando no estamos enfocados en una tarea externa. En muchos casos de Tdah, esta red está hiperactiva o no se desactiva correctamente cuando se necesita concentración. Es como si el “ruido interno” de nuestros pensamientos impidiera escuchar lo que sucede afuera.

El problema de conectividad: un aprendizaje eficaz requiere una danza precisa entre estas redes. Cuando necesitamos concentrarnos, la red de control ejecutivo debe activarse y, simultáneamente, la neuronal por defecto debe desactivarse. En muchos perfiles de Tdah y problemas de aprendizaje, esta “anticorrelación” falla. Ambas redes pueden estar activas al mismo tiempo, creando una interferencia que hace imposible la concentración sostenida. El cerebro está tratando de “mirar hacia adentro y hacia afuera al mismo tiempo”.

Desde esta perspectiva, un problema de aprendizaje no es una “incapacidad”, sino una conectividad de red ineficiente. El objetivo del tratamiento (especialmente con neurofeedback de coherencia) no es solo “despertar” un área, sino entrenar a las redes para que se comuniquen y se coordinen de manera más efectiva, enseñando al cerebro a activar la red correcta en el momento correcto y a suprimir las que interfieren.