Este protocolo está diseñado como una guía escalonada, comenzando por las intervenciones menos invasivas hasta llegar a las opciones farmacológica.

 Paso 1: evaluación inicial e identificación de la etiología

El objetivo principal de esta fase es comprender la naturaleza del problema de sueño e identificar sus causas subyacentes.

  • Insomnio de conciliación:dificultad para iniciar el sueño.
  • Insomnio de mantenimiento: despertares frecuentes o prolongados durante la noche, resultando en un sueño fragmentado.
  • Despertar precoz: despertar antes de la hora deseada sin poder volver a dormirse.

Una vez definido el problema, se deben investigar las causas potenciales, que pueden agruparse en las siguientes categorías:

  • Condiciones médicas: apnea obstructiva del sueño (especialmente si hay ronquidos y somnolencia diurna), nocturia (necesidad de orinar por la noche), el síndrome de piernas inquietas o el dolor crónico.
  • Estrés psicológico: ansiedad, depresión o preocupaciones agudas que puedan mantener al sistema nervioso en estado de alerta.
  • Factores ambientales y de estilo de vida: horarios, cafeína y alcohol, cenas tardías, y las condiciones del dormitorio (luz, ruido, temperatura).
  • Envejecimiento y cambios hormonales: reducción natural de melatonina y del sueño profundo con la edad, así como los síntomas de la menopausia en mujeres.

Paso 2: tratamiento no farmacológico

Terapia cognitivo-conductual

  • Control de estímulos: reasociar la cama y el dormitorio únicamente con el sueño.
  • Restricción del sueño: limitar el tiempo en cama al tiempo real de sueño para aumentar la eficiencia y consolidar el descanso.
  • Reestructuración cognitiva: identificar y cambiar creencias erróneas sobre el sueño.
  • Técnicas de relajación: meditación, respiración profunda o relajación muscular.

Higiene del sueño:

  • Regularidad: mantener horarios fijos para acostarse y levantarse, incluso los fines de semana.
  • Exposición a la luz: buscar luz solar por la mañana y evitar la luz azul (pantallas) por la noche.
  • Rutina relajante: crear un ritual antes de dormir (leer, baño caliente, música suave).
  • Evitar estimulantes: no consumir cafeína después del mediodía y evitar el alcohol en las horas previas a dormir.

Paso 3: apoyo con suplementos y nutrientes

  • Glicinato de magnesio: ayuda a calmar el sistema nervioso.
  • L-teanina (200-400 mg): reduce la ansiedad y el “ruido mental”.
  • Glicina (aprox. 3 gramos): puede mejorar la calidad subjetiva del sueño.
  • Melatonina (0.5-3 mg): particularmente útil para regular el ritmo circadiano (jet lag, trabajo por turnos). La versión de liberación prolongada (2-5 mg) puede ser efectiva para el insomnio de mantenimiento en mayores de 55 años.
  • Myo-inositol: contribuye a calmar la mente.

Paso 4: farmacología (bajo prescripción y supervisión médica)

  • Agonistas de receptores de benzodiacepinas (“fármacos z”): incluyen zolpidem (conciliación), zaleplón (despertares nocturnos) y eszopiclona (mantenimiento).
  • Agonistas de melatonina: como el ramelteón, que no genera dependencia.
  • Antidepresivos sedantes: mirtazapina o trazodona, especialmente si coexiste ansiedad o depresión.
  • Otras opciones: suvorexant (antagonista de orexina) para conciliación y mantenimiento, o doxepina a dosis bajas para el mantenimiento.

Iniciar siempre con las dosis más bajas posibles.

Paso 5: criterios de derivación a un especialista del sueño

Sospecha fundada de apnea del sueño o un trastorno del movimiento.

  • Insomnio refractario que no responde a múltiples intervenciones.
  • Cuando la complejidad del diagnóstico supera el ámbito de la atención primaria.