Las convulsiones febriles pueden ser una experiencia aterradora para cualquier padre. Ver a tu hijo convulsionar durante un episodio de fiebre es alarmante, pero es fundamental saber que, en la mayoría de los casos, son inofensivas.

Causas

Una convulsión febril es una crisis convulsiva en un niño provocada por una fiebre. No es un signo de epilepsia. Los principales desencadenantes son:

Infecciones Virales: Son la causa más común. Los virus más frecuentemente asociados son:

HHV-6 Roséola infantum (“sexta enfermedad”) Causa clásica: fiebre alta por 3-5 días, seguida de una erupción.
Influenza Gripe Fiebre alta y de inicio súbito, muy común en temporada invernal.
Adenovirus Faringitis, conjuntivitis, resfriado Muy versátil, conocido por provocar fiebres elevadas.
VSR (RSV) Bronquiolitis Principal causa de dificultad respiratoria en lactantes, con fiebre.
Enterovirus (Coxsackie) Enfermedad de manos, pies y boca Extremadamente común en niños pequeños, cursa con fiebre alta.
Rotavirus / Norovirus Gastroenteritis (vómitos, diarrea) La fiebre es un síntoma frecuente en las “gripes estomacales”.
SARS-CoV-2 COVID-19 Puede ser una de las manifestaciones iniciales de la infección en niños.

Vacunaciones recientes; la fiebre que sigue a vacunas como la MMR (sarampión, paperas, rubéola) o la DTaP (difteria, tétanos, tos ferina) puede desencadenar una convulsión.

Edad: Ocurren casi exclusivamente en un rango de edad específico: entre los 6 meses y los 5 años.

Existe un fuerte componente genético. Un niño con un familiar de primer grado (padre o hermano) que tuvo convulsiones febriles tiene una mayor probabilidad de desarrollarlas.

El mecanismo es una compleja respuesta del cuerpo:

  1. Liberación de citoquinas: La infección desencadena una respuesta inmune que libera mediadores inflamatorios (citoquinas como IL-1, IL-6, TNF-alfa).
  2. Hipersensibilidad neuronal: Estas citoquinas aumentan la sensibilidad de los receptores NMDA en las neuronas, volviéndolas más excitables y propensas a descargar de forma sincronizada.
  3. Alcalosis respiratoria: La fiebre aumenta la tasa metabólica y la frecuencia respiratoria. Al respirar más rápido, el niño “expulsa” más dióxido de carbono (CO2), lo que aumenta el pH de la sangre (alcalosis respiratoria). Este estado de alcalosis también hace que las neuronas sean más excitables y disminuye el umbral para una convulsión.

Datos clínicos: simple vs. compleja

No todas las convulsiones febriles son iguales.

Simple Compleja
Tipo de Crisis Generalizada: Afecta ambos lados del cuerpo (movimientos tónico-clónicos simétricos). Focal: Comienza en o afecta solo una parte del cuerpo (movimientos unilaterales).
Duración Menos de 15 minutos. 15 minutos o más.
Frecuencia Una sola convulsión en un período de 24 horas. Más de una convulsión en un período de 24 horas.
Estado Postictal Puede haber un breve período (5-10 min) de somnolencia o confusión. Similar

Diagnóstico:
El diagnóstico es principalmente clínico, basado en la historia y la descripción del evento. El objetivo principal es identificar y tratar la causa de la fiebre.

  • Para convulsiones simples: Generalmente no se necesitan pruebas extensas.
  • Para convulsiones complejas o si hay dudas: Se pueden hacer análisis de sangre, análisis de orina y en casos seleccionados, una punción lumbar o un electroencefalograma (EEG).

Tratamiento:

  1. Durante la convulsión: La mayoría de las crisis duran menos de 5 minutos y se detienen por sí solas. La prioridad es mantener al niño seguro.
  2. Crisis prolongadas (>5 minutos):
Midazolam Buccolam® Bucal / Oromucosal (se administra en el espacio entre la encía y la mejilla). Es la opción preferida actualmente para uso en casa por padres o cuidadores. Es eficaz, de acción rápida y su administración es menos invasiva que la rectal. Viene en jeringas precargadas con dosis ajustadas por edad.
Diazepam Stesolid® Rectal (se administra a través de una microcánula o microenema). Fue el tratamiento de rescate clásico durante muchos años. Sigue siendo muy eficaz, pero la vía de administración puede resultar incómoda y socialmente más difícil.
Lorazepam Orfidal® Intravenosa (IV) o Sublingual (SL). Es el fármaco de primera línea en el ámbito hospitalario. La vía intravenosa garantiza la llegada más rápida y efectiva del medicamento al cerebro. La presentación en comprimidos sublinguales (Orfidal) también puede ser una opción en ciertos contextos.
  1. Manejo de la fiebre:
Paracetamol Apiretal® (el más famoso para niños), Gelocatil®, Efferalgan® Oral (jarabe, gotas, comprimidos bucodispersables) o Rectal (supositorios). Es el antitérmico de primera elección en pediatría. Es seguro y eficaz si se respetan las dosis por peso.
Ibuprofeno Dalsy® (el más famoso para niños), Nurofen Pediátrico®, Ibuprofeno [genérico] Oral (jarabe). Es una excelente alternativa al paracetamol. Además de bajar la fiebre, tiene un efecto antiinflamatorio más potente.

Se debe evitar la aspirina en niños con infecciones virales por el riesgo de desarrollar el Síndrome de Reye.

Pronóstico

  • Pronóstico general: Excelente. Las convulsiones febriles simples no causan daño cerebral, problemas de aprendizaje ni la muerte.
  • Riesgo de recurrencia: Es el riesgo más real. Alrededor del 30-40% de los niños que tienen una convulsión febril tendrán otra durante un episodio de fiebre futuro.
  • Riesgo de epilepsia: Las convulsiones febriles no causan epilepsia. Sin embargo, los niños que las han padecido tienen un riesgo ligeramente mayor de desarrollar epilepsia en el futuro en comparación con la población general.
    • Riesgo tras una convulsión febril simple: Aproximadamente 1-2% (muy cercano al 0.5-1% de la población general).
    • Riesgo tras una convulsión febril compleja: El riesgo aumenta ligeramente, pero sigue siendo bajo.

En resumen, aunque dramáticas, las convulsiones febriles son un evento benigno y transitorio en la infancia, con un pronóstico excelente. La clave es mantener la calma, asegurar al niño y buscar la causa de la fiebre.