La Estimulación Magnética Transcraneal (TMS) se ha consolidado como una modalidad terapéutica de vanguardia, no invasiva y de alta eficacia para la modulación de la excitabilidad neuronal.

En el campo de la neurología, su aplicación en el tratamiento de la migraña se fundamenta en una sólida base científica, principalmente en su capacidad para interrumpir la Depresión Cortical Propagada (CSD), la onda de hiperexcitabilidad seguida de inhibición neuronal que se considera el evento fisiopatológico subyacente al aura migrañosa y un desencadenante clave del dolor.

La evidencia científica respalda dos enfoques principales: la TMS de pulso único (sTMS) para el tratamiento agudo de los ataques y la TMS repetitiva (rTMS) como terapia preventiva.

Para el tratamiento agudo de la migraña, el trabajo pivotal es el ensayo ESPOUSE, publicado por Lipton et al. en la prestigiosa revista The Lancet Neurology (2010). Este estudio aleatorizado y doble ciego demostró de manera concluyente la eficacia de la sTMS aplicada en la corteza occipital al inicio de un ataque de migraña con aura. Los resultados fueron contundentes: un 39% de los pacientes tratados con sTMS informaron estar completamente libres de dolor a las 2 horas, en comparación con solo el 22% en el grupo placebo. Además del dolor, el tratamiento demostró ser superior en la mitigación de síntomas asociados, con un 53% de los pacientes libres de fonofobia (sensibilidad al sonido) y un 46% libres de fotofobia (sensibilidad a la luz). El alivio del dolor se mantuvo de forma sostenida, ya que a las 24 horas el 29% de los pacientes seguía sin dolor, un resultado significativamente superior al del grupo de control. Estos hallazgos validaron el sTMS como un tratamiento agudo eficaz y seguro, lo que condujo a su aprobación por agencias reguladoras como la FDA.

En el ámbito de la prevención, la rTMS ha demostrado su capacidad para reducir la frecuencia y severidad de las migrañas crónicas y episódicas mediante sesiones programadas que modulan la excitabilidad cortical a largo plazo. Un estudio de referencia de Brighina et al. en el Journal of Neurology (2004) aplicó rTMS de alta frecuencia sobre la corteza prefrontal dorsolateral (DLPFC), un área clave en la modulación del dolor. Este trabajo pionero encontró que un 39% de los pacientes logró una reducción de más del 50% en los días de migraña mensuales, un resultado drásticamente superior al 9% observado en el grupo placebo. La reducción media de días de cefalea fue de 4.6 días al mes en el grupo de tratamiento activo, frente a solo 1.1 días en el grupo de control. Estos resultados han sido corroborados por múltiples trabajos posteriores y metaanálisis, como el de Lan et al. en The Journal of Headache and Pain (2017), que confirman la rTMS como una terapia profiláctica prometedora y estadísticamente significativa.

Dónde aplicarla:

Control descendente del dolor: La estimulación de la DLPFC con rTMS de alta frecuencia (generalmente 10 Hz) aumenta su actividad. Una DLPFC más activa puede ejercer un control inhibidor “de arriba hacia abajo” sobre estructuras más profundas del cerebro que procesan las señales de dolor, como el tálamo y el tronco encefálico. Básicamente, “le ordena” a estas áreas que disminuyan la intensidad de las señales de dolor que llegan a la conciencia.

Componente emocional: La migraña no es solo un dolor físico; conlleva un componente de sufrimiento, ansiedad y anticipación. La DLPFC está intrínsecamente ligada a la regulación emocional. Al modular esta área, se puede reducir la carga afectiva del dolor, haciendo que los ataques, si ocurren, sean menos incapacitantes a nivel emocional.

Modulación del tálamo: La estimulación de la M1 puede influir directamente en la actividad del tálamo, que es la principal “estación de relevo” para toda la información sensorial (incluido el dolor) antes de que llegue a la corteza. Al modular el tálamo, se puede filtrar y reducir la intensidad de las señales de dolor.

Liberación de opioides endógenos: Se ha teorizado que la estimulación de M1 puede promover la liberación de neurotransmisores como los opioides endógenos (las “endorfinas” del cuerpo) en las vías del dolor, produciendo un efecto analgésico natural.

En conjunto, estos trabajos defienden la TMS como una intervención con beneficios claros y cuantificables. Su perfil de seguridad es excepcionalmente favorable, con efectos secundarios mínimos y transitorios, evitando las complicaciones sistémicas de muchos fármacos. Esto la posiciona como una terapia no farmacológica de primera línea para pacientes que no responden o no toleran los tratamientos convencionales. Al reducir la frecuencia de los ataques, la TMS también disminuye la dependencia de los analgésicos, ayudando a prevenir la cefalea por abuso de medicación y, en última instancia, logrando una mejora sustancial en la calidad de vida de los pacientes que sufren de migraña.